LA CASA DE LAS GOLILLAS DE CÓNDOR

Reseñas o gasolina para crecer

Este apunte en www.atrabiliario.com es probablemente el único serio y sesudo que he realizado hasta el momento, y lo he hecho a espaldas de eso pirados de mis personajes de “Lautaro se viste de chef”, no vaya a ser que me ensarten en sus lanzas y me desmenucen con sus porras. Esta entrada habla del alma del escritor. De ese ser que escondido tras los personajes sufre, llora, se emociona o grita a pleno pulmón con cada gota de opinión que se vierte sobre su obra.

Porque las reseñas son la retroalimentación para crecer como artista, pero también la energía necesaria para ver en otros ojos, en otras entendederas, la reacción que provocan nuestras palabras. Qué ven “los otros” desde fuera lo que para nosotros los autores está tan dentro; ¡that is the question!

No sólo aceptamos con gozo aquello que nos adula, nos hace progresar hasta una dimensión desconocida aquello que nos analiza con ojo crítico.

Porque críticas buenas o malas son necesarias e imprescindibles si se hacen como dice el cantante: “lo que me quieras decir dilo con respeto”.

Aquí os presento la mejor y la peor crítica a mi cuento “La casa de las golillas de cóndor”.  La primera es un análisis bastante detallado de la trama, la estructura y los personajes. En la segunda el lector reconoce que el libro tiene potencial aunque no haya enganchado con la trama o la forma de escribir, ya que algún localismo tiene.

“La casa de las golillas de cóndor” es una ficción minera, así me gusta llamarla, inmersa en los años donde tu cartera valía mañana mucho menos que el día anterior.

Ramiro, el protagonista de esta breve historia ocupa sus años de juventud en relatarnos de forma indirecta la desazón de un país remecido en la inflación, un pequeño país que intenta salir de ese círculo vicioso apoyándose en sus inmensos recursos naturales. Esos recursos que la tierra protege y el hombre descubre con esfuerzo, fiereza y a veces con … trampas.

El intento original de este pequeño libreto era dar a conocer de forma subjetiva, por eso lo relata el propio protagonista, como se vive ese momento que hoy es ya histórico, y como Ramiro se decide por una vida supuestamente cómoda y sencilla cuando es precisamente eso lo que huye de él.

Si ya tenía claro que este cuento se quedó con la pluma levantada esperando su segunda parte, estos comentarios me dan la gasolina para hacer crecer mi historia en todas sus dimensiones, posiblemente una segunda parte.

Y es que las aventuras de Ramiro no han terminado porque el siglo XX ha sido demasiado intenso como pararnos ahora, ¿no les parece?