PADRE JUAN – CONFESION QUEER

El Padre Juan es un párroco de pueblo catador de güisqui nacional y degustador de chocolate mejorado con picatostes. Su cachaza y asertividad ayudan a sus pecadores a encontrar su propio camino, y a él le permiten burlar a su ama de llaves, doña Gertrudis, del control de triglicéridos y del alcohol en sangre.

CONFESION QUEER

  • Buenos días, vengo a confesarme.
  • Pasa, pasa, que me estoy preparando un chocolate mejorado. ¿Gustas?
  • No, gracias. Una birra se la acepto, pero chocolate a estas horas …
  • Tómate un güisquito que se quita todo el embarazo.
  • Si yo embarazade no estoy, pero gracias por el güisqui. Yo sólo venía a contar lo mío.
  • ¡Pues, adelante!¡Ave María Purísima! Hija mía, cuéntame tus pecados
  • Hije, llámeme, hije. ¿A usted cómo le llamo?
  • Hije es confuso, pero aquí lo importante es tu alma. A mi llámame, Padre Juan o Juan, como gustes.
  • Padre es muy heteropatriarcal. Le llamaré Juan, ¿le parece?
  • Me parece perfecto, pero ya hemos perdido mucho tiempo. ¿Cuéntame qué perturba tu alma?
  • Juan, lo que tengo perturbado es mi deepdown. Me han dicho que soy queer.
  • Supongo que habrá una traducción sencilla para eso que me has dicho. ¿Eso de queer es que algo relacionado a cómo ve tu cuerpo y cómo te sientes?
  • Si, Juan, es algo así. Me miro en el espejo y veo mis boobs y las detesto. Veo mi cara sin pelo y no me reconozco. Y si miro más abajo solo veo un agujero donde debería tener una verga.
  • Y yo que te iba a preguntar por los pecados de la carne. No te veo yo en esos barros. Tienes mucho más que procesar como dicen ustedes ahora.
  • Lo ha clavado usted, Juan. Para pecar estoy yo si no tengo las herramientas adecuadas. Lo que pasa es que puedo cometer un pecado mayor y es que quiero quitarme la tetas, el agujero y todo lo que me recuerda que soy mujer. Me quiero hacer hombre.
  • Y eso, ¿desde cuándo te pasa?
  • Pues desde hace unos meses. Me metí en unos talleres de sexo e identidad pagados por la Comunidad para adolescentes como forma de compensar un destrozo que habíamos hecho unos compañeros y yo en el Instituto.
  • Así que destrozasteis el instituto y os compensaron con unos talleres de sexo e identidad. Prodigioso lo que hacen con nuestros impuestos. Y luego se extrañan de los milagros de Jesucristo. En fin, hije, sigue.
  • Yo siempre he sido muy brute. Cuando me enfado lo arreglo todo a trompadas. Como ha hecho mi padre, mi abuelo, y mi tatarabuelo. Problema que se te pone por delante, tortazo que sueltas. Por esta razón, toda mi familia ha pasado tiempo en el trullo pagando sus condenas por violentos. En el colegio pensaron que la violencia que exteriorizaba era una prueba contundente de que no era feliz con mi cuerpo.
  • Hije, pues se han quemado las neuronas eses profesores tuyes. Normalmente si vienes de un seno familiar violento lo más probable es que seas violenta o violente por repetición del modus vivendi o lo que es más probable, para aplicar la violencia, que te han aplicado a ti, en terceras personas como forma de vengarte. Vamos que esos talleres son una engallifa.
  • Bueno, Juan, pero el caso es que fui a esos talleres. Allí me contaron que no tenemos que aceptar el sexo físico con él que nacemos. Qué eso es una obligación heteronoseque. Qué uno, una, une, deben buscar su verdadera identidad deepabajo y qué si no la encuentras es porque probablemente eres trans y te tienen que operar. Me padre siempre ha dicho que las pastillas no arreglan nada, pero los cirujanos te dejan nuevo.
  • Hije, y ¿tú te quieres operar? Es una decisión muy dura y son meses, años, de convalecencia.
  • Lo paga todo la Seguridad Social, Padre. La primera cosa que me van a dar gratis.
  • Antes de operarte te van a inflar a pastillas y esas pastillas te van a hacer más agresiva aún porque son testosterona para que tus tetas incipientes no se desarrollen y te salga vello en la cara y el resto del cuerpo. Tienen que preparar el recipiente antes de meter el bisturí.
  • Eso Padre no me lo han contado. Sólo que tengo que ir al taller todas las semanas y me dan unos medicamentos para que sea más sencilla la operación. Ah, y que tengo que firmar no sé qué mi padre y yo porque soy menor de 16 años.
  • Eso que te van a dar son hormonas y el papel que tienes que firmar es donde tu padre y tu aceptáis el cambio de sexo.
  • Padre, pero es que tener un cuerpo de hombre es mucho mejor. Me puedo hacer bombero, policía, hasta picoleto con un bigote bien plantado. En lugar de ser caco, me hago poli, y a pillar a los malos a porrazo limpio. Y no tengo qué dejar de ser mujer, puedo tener cuerpo de hombre, pero seguir siendo mujer para que me den las ventajas que ellas tienen.
  • Vamos a ver que yo me entere. Tú quieres tener cuerpo de hombre para seguir dando porrazos con más vigor y desde la legalidad de un puesto de bombero o policía, pero en el carné de identidad quieres seguir siendo mujer para que te den las ventajas que tienen ellas. Y todo eso te lo han contado en ese taller.
  • Así es Padre, lo tienen todo super estudiado. En el futuro no va a haber hombres en los DNI pero si cuerpos de hombres y mujeres y ya deciden elles cómo se reproducen.
  • Mira que al final va a tener razón el título de una película que vi hace mucho tiempo: El futuro es mujer, pero nunca lo imaginé así.
  • ¿Qué dice, Padre?
  • Nada hije, cosas mías.
  • El caso, Padre, es que a mí me empiezan a gustar los chicos. El otro día le estaba dando una sarta de moquetes a un amigo para ir entrenando y me puse de horcajadas sobre él para soltarle la sopa como más facilidad. Cuando estaba en esa posición noté que estaba sobre su verga y me dio una cosa rara allí abajo, donde el agujero. El notó que dejaba de castigarle y me dio un beso. Llevo como una tonte pensando en él desde entonces. No le he vuelto a dar porrazos. Me he dado cuenta qué soy queer no binaria.
  • Hije, yo creo que lo que lo que te ha pasado es que empieza la adolescencia y te gustan los chicos, lo cual es bastante normal.
  • Imagine, Padre, que me hago hombre y me siguen gustando los chicos. Yo maricón no quiero ser. Además, soy la que mando en todos mis compañeros, sería una vergüenza tremenda.
  • Pues has entrado en el meollo de la cuestión de tu identidad. Cuando usas palabras como cis, no binario, queer, etc. todo te parece perfecto. Pero cuando vuelves a tu lenguaje de calle: maricón, pierdeaceite, bujarrón o trolo, lo ves más cercano y lo rechazas de plano. Cuando se usan palabras que no tienen un significado adquirido las peores acciones son posibles. Lo han hecho todos los regímenes dictatoriales. Y este nuevo lenguaje viene para deshumanizar acciones terribles como es arrebatar la adolescencia a los jóvenes y convertirles en arcilla moldeable para los nuevos ejércitos que se están formando.
  • Ya Padre, pero ¿qué hago?
  • Muy fácil, y esto que te voy a decir qué me perdone el de arriba porque es un pecado de la carne, pero con mi consentimiento por un bien superior. Ve con el muchacho que te produjo las cosquillas en el agujero y haz lo que te pide el cuerpo. ¡Pero qué no sea volverle a dar de guantazos, por favor! Besos y esas cosas. Cuando hayas satisfecho tu cuerpo te vuelves a mirar al espejo y me dices si esas tetas incipientes y ese agujero son tan horrorosos o no. Me lo cuentas en la siguiente confesión.
  • Pero, Padre, yo no sé si el Eustaquio va a querer tema. Llevo semanas rechazándole.
  • Eres mujer, vas a saber perfectamente como enredar al Eustaquio, eso te lo aseguro yo que me llevas enredando a mi desde hace media hora.
  • Vale, lo hago así. Pero luego se lo cuento, que me siento mejor hablando con usted. Es heteropatrialcal de eso de libro, pero no me da trompadas y me escucha.
  • Si me vuelves a llamar heteropatrialcal, a lo mejor me olvido de los hábitos, y te doy alguno que otro pescozón, pero a través del hueco del confesionario, que estás tu muy peligrosa con esa imagen de queer bruta.
  • Vale Padre, nos vemos en una semana
  • Aquí estaremos, para servirte. ¡Y cierra la puerta, que Doña Gertrudis, me debe estar buscando!

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